Dos, tres mundos…

No existe un sólo mundo: existen dos, tres…quizá miles.

Tenemos por un lado el mundo que los políticos, banqueros, corporaciones y toda esa calaña nos pasa por TV, un mundo cada vez más ajeno al pueblo llano, más cargado de noticias vergonzosas e indignantes, noticias que remueven las entrañas, que levantan escaras, rabias contenidas, tacos, cabreos, etc.

Bajo ese mundo pintado de gris y negro, varios mundos se desenvuelven, mezclan, conviven entre sí.

Está el de la gente que aún cree en esa falacia que nos ponen «los de arriba», que viven tomando ese mundo de referencia y participando en el juego que éstos les ponen en bandeja, de perseguir la riqueza material, el consumo como marca de bienestar, o de reaccionar ante las noticias de la forma esperada para quien las crea: con rabia, violencia, indignación…y/o credulidad y conformismo, dejándose así manipular por aquéllos.

Tendríamos el mundo de la gente que está «despertando», tomando conciencia de la inutilidad de este sistema, tratando de salirse de él por debajo, por los lados…de buscar y vivir o crear mundos alternativos mediante yoga, comida sana, etc. Aplicar su conocimiento en su vida diaria y crecimiento personal.

Está el mundo de los artistas, dentro de los luchadores: gente que saca bueno de donde parece que no lo hay (concierto de botellas, hoy en Youtube, Facebook), que crea belleza de la fealdad, que transforma el dolor, belleza, situaciones variopintas…en arte. Que levanta la cultura con escasos medios (cuanto más escasos, más ingenio, más sorprendente); que usa la pluma y el arte en general como terapia.

En el fondo todos los mundos son uno: el humano; y se mezclan y conviven entre ellos, pasan por zonas y por los otros mundos, pero al final se establecen en uno de ellos más permanentemente.

Se van definiendo, coloreando, tomando forma. Se aproxima una revolución. ¿O tendríamos que hablar de una metamorfosis, como decía el filósofo Edgar Morin?

Clemen Corbalán, sábado, 26 de julio de 2014.

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