Hospital

Estoy en ese lugar

en donde la alegría se agazapa

y la verdad destapa

su cara real.

Donde las palabras

suenan monótonas y sin cadencia.

Donde la vida habitual se minimiza,

el dolor y la preocupación aparecen constantes

y la humanidad toma el poder.

Estoy donde el consuelo, que no es de tontos,

insufla a las personas energía para luchar.

En esta prisión forzosa aislada del mundo

que hasta al más valiente acobarda.

Donde el miedo tiene la última palabra.

Aquí se agacha el ánimo,

que camina torpemente y a gatas.

Aquí el alboroto confunde las cabezas,

se desea el silencio y la calma.

El optimismo va cargado

de sombras e incertidumbres,

y la esperanza es un clavo ardiendo

al que todos se agarran.

Aquí no hay clases ni distinciones.

El hombre se torna humilde y débil

y el ser es invitado a la reflexión

acerca del valor real de la existencia.

Estoy en el lugar

de la justa dimensión humana,

de la autenticidad de los miedos.

Donde el hombre, a fuerza de duros golpes,

se despoja de artificios y apariencias vanas.

Clemencia. 2006

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